Determinados trabajos realizados en el sector industrial se desarrollan bajo un marco de normalización concreto que ofrece una serie de garantías en relación a ciertos aspectos de especial relevancia. Gracias a ello, es posible garantizar de forma precisa un determinado comportamiento y durabilidad de la actuación practicada frente a determinados agentes externos.
Bajo estas premisas, algunos trabajos propios del sector industrial exigen una determinada resistencia al fuego para garantizar un comportamiento concreto en caso de incendio. Es por eso, que la norma ISO 11925 normaliza esta variable con la finalidad de poder garantizar cualquier trabajo que se realice bajo sus indicaciones. Sin embargo, ¿realmente conoces el contenido de esta norma? ¿sabes qué tan importante es? ¿Y cuando es conveniente utilizarla? No te preocupes, porque a continuación te mostramos los aspectos más relevantes de la importantísima norma UNE-EN ISO 11925.
Estudio de la norma UNE-EN ISO 11925
La norma UNE-EN ISO 11925 establece los criterios a tener en cuenta para definir de forma objetiva la reacción de un determinado material frente a una fuente de calor. De manera más concreta, su cometido es el de establecer la resistencia que presenta un determinado material cuando es expuesto directamente a una llama abierta.
Para garantizar que el resultado es fiable e igual para cualquiera de los materiales testados, la norma ISO establece el tipo de prueba a la que debe ser sometido el material. Se trata de colocar verticalmente una pieza plana de 250 x 90 mm, con un máximo de 60 mm de espesor por probeta, y que ha sido convenientemente revestida con el material a ensayar, en el interior de una cámara de combustión perfectamente dimensionada, fabricada con acero inoxidable y dotada con las correspondientes aberturas y soportes de colocación y observación. La fuente de calor es suministrada por un quemador de gas propano que se coloca a un ángulo de 45º respecto de la pieza a comprobar.
Con esta dotación y montaje, se realizan 2 pruebas diferenciadas aplicadas en tres rangos de tiempo distintos, de forma que se obtienen entre 6 y 18 muestras por cada prueba y rango de tiempo. Para cada muestra se analizan factores propios de la exposición a una fuente intensa de calor, como son las características de las partículas residuales generadas por la combustión, la propagación de la llama o la zona térmicamente afectada, entre otros. Posteriormente, todos estos datos y muestras se analizan por separado con el objetivo de ponderar los resultados obtenidos y establecer un determinado grado de resistencia al fuego.
Las 2 pruebas que se realizan son las siguientes:
- Resistencia al fuego superficial, es decir, en la cara plana de la pieza. El testeo se realiza aplicando la llama 40 mm por encima del borde inferior durante los tres rangos de tiempo establecidos.
- Resistencia al fuego perimetral, es decir, en sus bordes. En este caso, la prueba efectuada depende del espesor de la pieza, de forma que la fuente de calor se aplica según la pieza sea menor de 3 mm, superior a 3 mm o superior a 9 mm.
¿Por qué es importante que un recubrimiento sea resistente al fuego?
Multitud de productos se revisten para embellecerlos y hacerlos más atractivos. Sin embargo, las pinturas utilizadas suelen ser inflamables, circunstancia que multiplica exponencialmente los efectos devastadores de cualquier incendio. Por este motivo, resulta fundamental que en determinados ámbitos y sectores se utilicen recubrimientos que permitan controlar el avance y las consecuencias de un incendio, constituyendo así una forma de protección pasiva contra el fuego.
Este tipo de recubrimientos son conocidos como pinturas ignífugas e intumescentes y, generalmente, están preparadas para proteger un determinado sustrato (madera, metal, etc.). Independientemente de ello, con el uso de estos recubrimientos, se obtienen estas dos grandes ventajas:
- Un mayor control de las variables propias de un incendio, tales como la prevención del mismo, la propagación de la llama y la capacidad de auto extinguirse. Gracias a todo ello, se consigue reducir la virulencia del incendio y con ello los daños materiales y personales que suele llevar aparejado. A modo de ejemplo, los daños ocasionados por un incendio se pueden reducir significativamente en una casa o un edificio donde el mobiliario se reviste con pintura resistente al fuego.
- Se salvaguarda la integridad de elementos constructivos con función estructural, evitando que los materiales pierdan propiedades mecánicas. Un ejemplo de ello, sería la estructura de acero utilizada en un puente o un edificio, la cual está preparada para absorber las oscilaciones propias de estas construcciones. En caso de incendio, si el recubrimiento utilizado no es resistente al fuego, el acero supera rápidamente los 500ºC, lo que le hace perder capacidad de flexión, volviendo el material más rígido y propenso a sufrir agrietamientos y fisuras. Con la utilización de recubrimientos resistentes al fuego, este grave problema desaparece.
Este comportamiento tan particular se consigue gracias a la utilización de compuestos químicos específicos Un ejemplo de este tipo de pintura es PUR 840 de Disolac, un recubrimiento que, además de sus propiedades ignífugas, presenta adherencia directa sobre metales y un marcado poder anticorrosivo.
Reducción de daños con pinturas resistentes al fuego testados bajo la norma UNE-EN ISO 11925
En determinados ámbitos o sectores, las consecuencias de un incendio pueden ser letales y de gran envergadura. Por este motivo, bajo las directrices de la norma UNE-EN ISO 11925 es posible someter a cualquier recubrimiento a una prueba estandarizada de resistencia contra el fuego, con la finalidad de comercializar pinturas que supongan una prevención pasiva contra los incendios. Con ello, es posible reducir los daños materiales y personales, estableciendo entornos más seguros.